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miércoles, 20 de enero de 2010

Así comió Zaratustra

Del libro "Pura anarquía":

No hay nada como el descubrimiento de una obra desconocida de un gran pensador para provocar un gran revuelo en la comunidad intelectual y hacer que los académicos vayan de acá para allá a toda prisa, como esas cosas que uno ve cuando mira una gota de agua por el microscopio. En un reciente viaje a Heidelberg para procurarme unas raras cicatrices de duelo del siglo XIX, me topé precisamente con un tesoro de esa clase. ¿Quién habría pensado que existía el libro Sigue mi dieta de Friedrich Nietzsche? Si bien su autenticidad podría antojarse un pelín sospechosa a los puntillosos, la mayoría de quienes han estudiado la obra coinciden en que ningún otro pensador occidental ha estado tan cerca de reconciliar a Platón y el dietista Pritikin. He aquí una selección.

La grasa es una sustancia, o la esencia de una sustancia, o un modo de esa esencia. El gran problema se plantea cuando se acumula en la cadera. Entre los presocráticos, fue Zenón quien sostuvo que el peso era una ilusión y que por mucho que comiera un hombre, siempre sería sólo la mitad de gordo que el hombre que nunca hace flexiones. La búsqueda del cuerpo ideal obsesionó a los atenienses, y, en una obra de Esquilo extraviada, Clitemnestra rompe su juramento de no picar nunca entre horas y se arranca los ojos al tomar conciencia de que ya no le cabe el traje de baño.

Fue necesaria la mente de Aristóteles para explicar el problema del peso en términos científicos, y, en un fragmento inicial de la Ética, declara que la circunferencia de cualquier hombre es igual al contorno de su cintura multiplicado por el número pi. Esto bastó hasta la Edad Media, cuando santo Tomás de Aquino tradujo al latín unos cuantos menús y se abrieron las primeras marisquerías buenas de verdad. La Iglesia seguía viendo con malos ojos eso de salir a cenar, y el uso de aparcacoches era pecado venial.

Como sabemos, durante siglos Roma consideró el sándwich de pavo abierto -un canapé avant la lettre- el colmo de la vida licenciosa; muchos sándwiches fueron obligados a permanecer cerrados y no se abrieron hasta la Reforma. Las pinturas religiosas del siglo XIV representaban al principio escenas de la condenación en las que los obesos vagaban por el Infierno, castigados a una dieta a base de ensaladas y yogur. Especialmente crueles fueron los españoles, y, durante la Inquisición, un hombre podía ser sentenciado a muerte por rellenar de cangrejo un aguacate.

Ningún filósofo se acercó siquiera a resolver el problema de la culpabilidad y el peso hasta que Descartes dividió en dos mente y cuerpo, para que el cuerpo pudiera atracarse mientras la mente pensaba: "¿Y qué más da? Ése no soy yo". La gran duda de la filosofía sigue sin solución: si la vida no tiene sentido, ¿qué hacer con la sopa de letras? Fue Leibniz el primero en decir que la grasa se componía de mónadas; Leibniz hizo dieta y ejercicio, pero nunca se libró de sus mónadas, o al menos no de las que se adherían a sus muslos. Spinoza, por su parte, cenaba frugalmente porque creía que Dios estaba presente en todo, y resulta intimidatorio engullir un bollo si uno piensa que está echando mostaza a la Causa Primera de Todas las Cosas.

¿Existe relación entre una dieta sana y el genio creativo? Basta con fijarse en el compositor Richard Wagner y ver lo que se echa al coleto. Patatas fritas, queso gratinado, nachos: Dios santo, el apetito de ese hombre no tiene límite, y sin embargo su música es sublime. Cosima, su mujer, tampoco se queda corta, pero al menos sale a correr todos los días. En una escena extraída del ciclo del Anillo, Sigfrido decide salir a cenar con las doncellas del Rin y, heroicamente, devora un buey, dos docenas de aves, varios quesos de bola y 15 barriles de cerveza. Luego le traen la cuenta, y no le alcanza. Aquí la conclusión es que en la vida tenemos derecho a un acompañamiento de ensalada de col o de patata, y debemos hacer nuestra elección sumidos en un estado de terror, con plena conciencia de que no sólo nuestro tiempo en la Tierra es limitado, sino también de que la mayoría de las cocinas cierran a las diez.

La catástrofe existencial de Schopenhauer no residió tanto en las comidas como en el picoteo. Schopenhauer despotricaba contra el hábito vano de andar picando cacahuetes y patatas fritas mientras se realizaban otras actividades. Una vez iniciado el picoteo, sostenía Schopenhauer, la voluntad no puede resistirse a seguir, y el resultado es un universo lleno de migas por todas partes. No menos desencaminado iba Kant, que propuso que pidiéramos la comida de modo tal que todos pudiéramos pedir lo mismo, y así el mundo funcionaría de una manera moral. Lo que Kant no previó es que si todos pedimos el mismo plato, se entablarán disputas en la cocina para decidir a quién le corresponde la última lubina. "Pide como si estuvieras pidiendo para todos los seres humanos de la Tierra", aconseja Kant; pero ¿y si al vecino no le gusta el guacamole? Al final, claro, no hay alimentos morales, a menos que consideremos como tal el humilde huevo pasado por agua.

En síntesis: aparte de mis Crépes Más Allá del Bien y del Mal, y del Aliño de Ensalada La Voluntad de Poder, entre las recetas verdaderamente extraordinarias que han cambiado el pensamiento occidental, la empanada de Hegel fue la primera que empleó sobras del día anterior con implicaciones políticas significativas. Las gambas salteadas con verduras de Spinoza pueden satisfacer el paladar tanto de ateos como de agnósticos, mientras que una receta poco conocida de Hobbes para costillas de cerdo adobadas a la barbacoa sigue siendo un enigma intelectual. Lo mejor de mi dieta, la Dieta Nietzsche, es que, en cuanto se pierden unos kilos, ya no se vuelven a recuperar, lo que no ocurre si se sigue el "Tractatus sobre las féculas" de Kant.

DESAYUNO

Zumo de naranja
2 lonchas de beicon
Profiteroles
Almejas al horno
Tostadas
Infusión

El zumo de naranja es la esencia misma de la naranja puesta de manifiesto, y con esto me refiero a su auténtica naturaleza y a aquello que le confiere su "naranjidad" y le impide presentar un sabor como, por ejemplo, el del salmón al horno o la sémola de maíz. A los devotos, la idea de desayunar cualquier cosa que no sea cereales les provoca ansiedad y temor, pero con la muerte de Dios todo está permitido, y pueden comerse profiteroles y almejas a voluntad, e incluso alitas de pollo.

ALMUERZO

Espaguetis con tomate y albahaca
Pan blanco
Puré de patata
Sacher Torte

Los poderosos siempre almorzarán comidas suculentas, bien condimentadas con salsas pesadas, mientras los débiles picotearán germen de trigo y tofu, convencidos de que su sufrimiento les proporcionará una recompensa en otra vida, una vida donde las costillas de cordero asadas causan furor. Pero si la otra vida es, como yo afirmo, un eterno retorno a esta vida, los sumisos deberán cenar a perpetuidad a base de escasos carbohidratos y pollo hervido sin piel.

CENA

Bistec o salchichas
Patatas y cebollas doradas a la sartén
Langosta thermidor
Helado con nata o porción de pastel

Ésta es una cena para el Superhombre. Que los que viven angustiados por los triglicéridos y las grasas saturadas coman para complacer a su pastor o a su nutricionista, pero el Superhombre sabe que la carne veteada, los quesos cremosos, los postres suculentos y, cómo no, muchos fritos es lo que comería Dionisos, si no tuviera siempre resaca y vómitos.

AFORISMOS

Desde el punto de vista epistemológico, hacer dieta es discutible. Si todo lo que existe está sólo en mi cabeza, no sólo puedo pedir cualquier cosa en un restaurante, sino que también puedo exigir que el servicio sea impecable.

El hombre es el único ser capaz de no dejar propina al camarero.

jueves, 14 de enero de 2010

Mi apología - Woody Allen

Otro excelente cuento de Woody Allen. Si bien es un poco largo, vale la pena:


De todos los hombres célebres que han existido, el qué más me habría gustado ser es Sócrates. Y no sólo porque fue un gran pensador, pues a mí también se me reconocen varias intuiciones razonablemente profundas, si bien las mías giran invariablemente en torno a una azafata de la aviación sueca y unas esposas. No, lo que más me atrae de este sabio entre los sabios de Grecia es su valor ante la muerte. No quiso renunciar a sus principios, sino que prefirió dar su vida para demostrarlos. Personalmente, la idea de morir me asusta, y cualquier ruido inconveniente, tal como el escape de un automóvil, me sobresalta hasta el punto de echarme en los brazos de la persona con la que estoy conversando. Al final, la valerosa muerte de Sócrates confirió a su vida auténtico significado, algo de lo que mi existencia carece totalmente, aunque posea una mínima pertinencia para el departamento de Impuestos sobre la Renta. Confieso que muchas veces he querido ponerme en el lugar del insigne filósofo, y en todas ellas me he quedado inmediatamente traspuesto y he tenido el siguiente sueño.

(La escena transcurre en mi celda. Acostumbro a estar sentado y solo, resolviendo algún intrincado problema de pensamiento racional, por ejemplo: ¿Podemos considerar un objeto como una obra de arte si sirve también para limpiar la estufa? En este preciso momento me visitan Agatón y Simmias).span>


Agatón: Ah, mi buen amigo y viejo sabio, ¿qué tal discurren tus días de confinamiento?
Allen: ¿Qué cabe decir del confinamiento, Agatón? Sólo el cuerpo puede ser sujeto a limites. Mi mente vaga con toda libertad, sin que estas cuatro paredes le pongan trabas. Así que en verdad puedo preguntar, ¿existe el confinamiento?
Agatón: Ya, pero ¿y qué ocurre si quieres dar un paseo?
Allen: Buena observación. No podría.

(Los tres permanecemos inmóviles en actitudes clásicas, casi como en un friso. Finalmente Agatón toma la palabra.)

Agatón: Me temo que traigo malas noticias. Te han condenado a muerte.
Allen: Ah, me entristece ser causa de controversia en el senado.
Agatón: De controversia, nada. Unanimidad.
Allen: ¿De veras?
Agatón: En la primera votación.
Allen: Vaya. Esperaba un poco más de apoyo.
Simmias: El senado está furioso con tus ideas sobre un Estado utópico.
Allen: Sospecho que no debí sugerir que eligieran a un filósofo-rey.
Simmias: Sobre todo cuando, carraspeando, te señalabas a ti mismo.
Allen: Aun así no consideraré malvados a mis verdugos.
Agatón: Ni yo tampoco.
Allen: Ejem, sí, bueno... ¿qué es el mal sino sencillamente el bien hecho con exceso?
Agatón: ¿Cómo puede ser?
Allen: Míralo de esta manera. Si un hombre entona una bonita canción, resulta grato al oído. Si la canta una y otra vez, te producirá jaqueca.
Agatón: Cierto.
Allen: Y si no cesa nunca de cantar, llegará un momento en que querrás estrangularle con un calcetín.
Agatón: Sí. Muy cierto.
Allen: ¿Cuándo ha de cumplirse la sentencia?
Agatón: ¿Qué hora es ahora?
Allen: ¿¡Hoy!?
Agatón: Es que necesitan la celda.
Allen: ¡Bien, pues que así sea! Dejemos que me quiten la vida. Que quede escrito que muero antes que renunciar a los principios de la verdad y la libertad de pensamiento. No llores, Agatón.
Agatón: No lloro. Es alergia.
Allen: Para el hombre sabio, la muerte no es un fin sino un principio.
Simmias: ¿Por qué?
Allen: Bueno, deja que lo piense un minuto.
Simmias: Tómate el tiempo que necesites.
Allen: ¿No es cierto, Simmias, que el hombre no existe antes de haber nacido?
Simmias: Muy cierto.
Allen: Ni existe después de haber muerto.
Simmias: Sí, estoy de acuerdo.
Allen: Hmmm.
Simmias: ¿Y bien?
Allen: Espera un momento, caramba. Me siento perplejo. Ya sabes que me dan únicamente cordero para comer y que nunca está bien asado.
Simmias: La mayoría de los hombres contemplan la muerte como el fin de todo. Y en consecuencia la temen.
Allen: La muerte es un estado de no-ser. Lo que no es, no existe. Y sin embargo no existe la muerte. Sólo la verdad existe. La verdad y la belleza son intercambiables, y también aspectos de sí mismas. Ejem, ¿dijeron en concreto qué proyectos tenían conmigo?
Agatón: Cicuta.
Allen: (Desconcertado) ¿Cicuta?
Agatón: ¿Recuerdas aquel líquido negro que agujereó tu mesa de mármol?
Allen: ¡No me digas!
Agatón: Una sola cucharada. Aunque te la darán en un cáliz para que no se derrame nada.
Allen: Me pregunto si dolerá.
Agatón: Dijeron que procurases no hacer una escena. Los demás presos se pondrían nerviosos.
Allen: Hmmm.
Agatón: Les contesté que morirías valerosamente antes que renunciar a tus principios.
Allen: Bien, bien .... ejem, ¿el concepto "destierro" no se citó nunca en el debate?
Agatón: Desterrar quedó suprimido el año pasado. Requería demasiada burocracia.
Allen: Bueno... claro... (Preocupado y distraído pera intentando conservar el dominio de mí mismo) Yo, ejem... así que, ejem... ¿y qué más hay de nuevo?
Agatón: Oh; me encontré con Isósceles. Tiene una idea estupenda para un nuevo triángulo.
Allen: Bien... bien... (De pronto abandono todo fingimiento) Mira, voy a ser sincero contigo... ¡No quiero morir! ¡Soy demasiado joven!
Agatón: ¡Pero si es tu gran oportunidad de morir por la verdad!
Allen: No me interpretes mal. Yo sólo vivo para la verdad. Por otra parte, tengo un almuerzo en Esparta la semana que viene, y me molestaría faltar. Me toca pagar a mí. Ya sabéis cómo son esos espartanos, enseguida desenvainan la espada.
Simmias: ¿Se ha vuelto un cobarde el más sabio de nuestros filósofos?
Allen: No soy un cobarde, ni tampoco un héroe. Digamos que estoy más o menos por el medio.
Simmias: Un gusano miedoso.
Allen: Ése es aproximadamente el punto exacto.
Agatón: Pero fuiste tú el que demostró que la muerte no existe.
Allen: Un momento, escúchame... claro que he demostrado muchas cosas. Así es cómo pago el alquiler. Teorías y pequeñas experiencias. Un comentario travieso de vez en cuando. Máximas ocasionales. Es mejor que recoger aceitunas, pero tampoco hay porqué entusiasmarse.
Agatón: Pero tú demostraste muchas veces que el alma es inmortal.
Allen: ¡Y lo es! Pero sobre el papel. Mira, ése es el gran problema de la filosofía... resulta tan poco funcional en cuanto sales de clase...
Simmias: ¿Y las "formas" eternas? Dijiste que cada cosa existía siempre y siempre existirá.
Allen: Me refería principalmente a los objetos pesados. Una estatua o algo por el estilo. Con las personas es muy diferente.
Agatón: ¿Y todas tus disertaciones acerca de que la muerte es lo mismo que el sueño?
Allen: Así es, pero la diferencia estriba en que cuando estás muerto y alguien grita: "¡Todo el mundo en pie, ya es de día!", cuesta un horror encontrar las zapatillas.

(El verdugo llega con una copa de cicuta. Su rostro se parece mucho al cómico irlandés Spike Milligan).

Verdugo: Ah... ya estamos aquí. ¿Quién se ha de beber el veneno?
Agatón: (Señalando hacia mí): Éste.
Allen: Caramba, qué copa tan grande. ¿No suelta demasiado humo?
Verdugo: El normal. Hay que bebérsela toda, porque la mayoría de las veces el veneno está en el fondo.
Allen: (Por regla general aquí mi comportamiento difiere completamente del de Sócrates y me han advertido ya que suelo gritar en sueños) ¡No..: no beberé! ¡No quiero morir! ¡Socorro! ¡No! ¡Por favor!

(El verdugo me tiende el burbujeante brebaje entre mis abyectas súplicas y todo parece perdido. Entonces el sueño siempre toma un nuevo sesgo, a causa de algún innato instinto de supervivencia, y aparece un mensajero.)

Mensajero: ¡Quietos todos! ¡El senado ha vuelto a votar! Quedan retiradas las acusaciones contra ti. Tu valía ha sido finalmente reconocida y está decidido que se te debe rendir un homenaje.
Allen: ¡Por fin! ¡Por fin! ¡Han vuelto a la razón! ¡Soy un hombre libre! ¡Libre! ¡Y me van a homenajear! Deprisa, Agatón y Simmias, preparadme las maletas. Tengo que irme. Praxíteles querrá comenzar mi busto cuanto antes. Pero antes de partir, os brindo una pequeña parábola.
Simmias: ¿Tendrán idea de lo que se traen entre manos?
Allen: Un grupo de hombres habita en una oscura caverna. No saben que fuera brilla el sol. La única luz que conocen es el titubeante temblor de las velas que llevan para desplazarse.
Agatón: ¿Y de dónde han sacado las velas?
Allen: Bueno, digamos que las tienen y basta.
Agatón: ¿Habitan en una caverna y tienen velas? Suena a falso.
Allen: ¿No podéis aceptar mi palabra?
Agatón: Está bien, está bien, pero vayamos al grano.
Allen: Un buen día, uno de los moradores de la caverna sale y ve el mundo exterior.
Simmias: En toda su claridad.
Allen: Justamente. En toda su claridad.
Agatón: Y cuando intenta contárselo a los demás, no le creen.
Allen: Pues no. No se lo cuenta a los otros.
Agatón: ¿Ah, no?
Allen: No, pone una carnicería, se casa con una bailarina y se muere de hemorragia cerebral a los cuarenta y dos años.

(Me agarran todos y me obligan a ingerir la cicuta. Por regla general aquí me despierto bañado en sudor y sólo una ración de huevos revueltos y salmón ahumado consigue tranquilizarme).

Para acabar con la Mafia.

Leí un libro GENIAL, Cuentos sin plumas se llama, lo escribió Woody Allen (sí, también escribe) y se me ocurrió subir los "cuentos" a un blog para poder compartirlos con todos.
El libro está dividido en tres partes:
  • Para acabar de una vez por todas con la cultura
  • Cuentos sin plumas
  • Perfiles.
Bueno, para no seguir dando vueltas empiezo a escribir.

Para acabar con la Mafia
Un vistazo al crimen organizado.
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No es ningún secreto que el crimenn organizado se lleva en América más de cuarenta mil millones de dólares al año. Se trata de un beneficio bastante respetable. sobre todo si se tiene en cuenta que la Mafia dedica muy poco a gastos de oficina. Fuentes bien informadas indican que la Cosa nostra gastó menos de seis mil dólares el año pasado en papel de correspondencia personal y aún menos en grapas. Además, tienen una sola secretaria que hace todo el trabajo de mecanografía y sólo tres habiotaciones pequeñas en la oficina central que comparten con el Estudio de Danza Fred Persky.
El pasado año, el crimen organizado fue responsable directo de más de cien asesinatos, y los mafiosi participaron de manera indirecta en otros cientos más, ya sea prestando dinero para el transporte en vehículos del servicio público o guardándoles el abrigo mientras iban por ahí a pegar tiros. Otras operaciones ilícitas llevadas a cabo por los miembros de la Cosa Nostra fueron el juego, el tráfico de drogas, la prostitución, secuestros, usura y, violando fronteras estatales, el trasporte de un inmenso pez rojo con fines pornográficos. Los tentáculos de este corrupto imperio alcanzan al mismo gobierno. Hace sólo unos pocos meses, dos jefes de banda con juicios federales pendientes pasaron la noche en la Casa Blanca y el presidente durmió en el sofá.
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Historia del crimen organizado en Estados Unidos
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en 1921, Thomas (el Carnicero) Covello y Ciro (el Sastre) Santucci intentaron organizar diferentes grupos étnicos del hampa y, de esa manera, hacerse los amos de Chicago. Esto fracasó cuuando Albert (el Positivista Lógico) Corillo asesinó a Kid Lipsky encerrándolo en un armario y aspirando todo el aire que quedaba en el interio con una pajita. El hermano de Lipsky, Mendy (alias Mendy Lewis, alias Mendy Larsen, alias Mendy Alias) vengó la muerte de Lipsky secuestrando al hermano de Santucci, Gaetano (también conocido vomo Little Tony o Rabino Henry Sharpstein), y devolviéndolo pocas semanas después de ventisiete potes de mermelada de frambuesa. Ésta fue la señas para el inicio de un baño de sangre.
Dominick (el Herpetólogo) Mione mató a tiros a Suertudo Lorenzo (el nombre se debe a que la bomba que explotó en el interio de su sombrero no pudo matarlo) a la salida de un bar de Chicago. Como respuesta, Corillo y sus hombre siguieron la pista de Mione hasta Newark y convirtieron su cabeza en un instrumento de viento. En ese momento, la banda de Vitale, dirigida por Giuseppe Vitale (su nombre real era Quincy Baedeker), se puso en acción para hacerse con toda la bebida ilegal de Harlem que administraba el irlandés Larry Doyle (un hampón tan suspicaz que se negaba a permitir que nadie en nueva York se colocara a sus espaldas, y que caminaba por las calles haciendo piruetas y dando vueltas sin parar). Doyle resultó muerto cuando la Compañía de Contrucción Squillante decidió levantar sus nuevas oficinas encima suyo. El segundo de Doyle, Little Petey (el Gray Petey) Ross, pasó a ser el primer Doyle; resistió la invasión de Vitale y lo convenció con engaños para que fuera a un garaje vacío en el centro con el pretexto de que allí se iba a celebrar una fiesta. Sin sospechar nada, Vitale entró en el garaje vestido como un ratón gigante y se quedó tieso en el acto por una ráfaga de ametralladora. En señas de lealtad al jefe caído, los hombre de Vitale pasaron de inmediato al bando de Ross. Lo mismo hizo la novia de Vitale, bea Moretti, una artista, estrella del éxito musical de Broadway Dí Kaddish , que terminó contrayendo matrimonio con Ross, aunque más tarde presentó una demanda de divorcio acusándolo de que en cierta ocasión le habia vaporizado un brazo con un aceite que apestaba a moho.
Temiendo una intervención federalm Vincent Columbrano, el Rey de la Tostada con Mantequilla, pidió la paz. (Columbrano tenía un control tan rígido sobre todas las todtadas con mantequilla que entraban y salían de Nueva Jersey que una sola palabra suya podía privar de desayuno a dos terceras partes del estado.) Todos los miembros del hampa fueron convocados a uan cena en Perth Amboy donde Columbrano les comunicó que debían cesar todas las guerras intestinas y que a partir de ese momento tenían que vestirse con decencia y dejar de andar escabullpendose por todas partes. Las cartas, que antes se firmaban con una mano negra, en el futuro terminarán "con nuestros mejores deseos", y todo el territorio se dividirá en partes iguales, quedando Nueva Jersey para la madre de Columbrano. De ese modo, nació la Mafia o Cosa Nostra (literalmente "mi pasta de dientes o "nuestra pasta de dientes"). Dos días más tarde, Columbrano se metió en una bañera para darse una buen baño y hace cuarenta y seis años que no se le ha vuelto a ver.
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Estructura de la Mafia
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La Cosa Nostra está estructurada como cualquier gobierno o gran corporación, o grupo de gángsters, pongamos por caso. En la cima está el capo di tutti capi, o jefe de todos los jefes. Las reuniones se realizan en su casa, y tiene la obligación de ofrecer aperitivos y cubitos de hielo. Dejar de hacerlo significaría la muerte instantánea. (Dicho sea de paso, la muerte es una de las peores cosas que pueden ocurrirle a un miembro de la Cosa Nostra, y muchos prefieren simplemente pagar una multa) Por debajo del jefe de todos los jefes están sus oficiales, cada uno de ellos gobierna un sector de la ciudad con su "familia". Las familias de la Mafia no consisten en una mujer e hijos que siempre van a lugares como el circo y meriendas campestres. En realidad, se trata de grupos de hombres más bien serios cuya mayor satisfacción en la vida consiste en contemplar cuánto tiempo puede alguien permaneces sumergido en el río East antes de empezar a hacer gárgaras.
La inciación en la Mafia es algo bastante complicado. Al miembro propuesto se le tapan los ojos y se le conduce a un cuarto oscuro. Se le llenan los bolsillos de pedazos de melón Cranshaw y se le obliga a saltar sobre un solo pie gritando "¡Viva! ¡Viva!". Luego todos los miembros del consejo de administración, o comissione, le tiran del labio inferio y se lo sueltan de golpe. Algunos hasta desean hacer esto dos veces. A continuación, le ponen granos de avena en la cabeza. Si se queja, queda descalificado. Sin embargo, si dice "Muy bien, me gusta la avena en la cabeza", recibe la bienvenida a la hermandad. Esto se hace besándolo en la mejilla y estrechándole la mano. A partir de ese momento, no se le permite comer chutney, divertir a sus amigos imitando a una gallina ni matar a nadie llamado Vito.
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Conclusiones
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El crimen organizado es una plaga en nuestra nación. Si bien muchos norteamericanos resultan engañados y empiezan una carrera en el crimen con la promesa de una vida fácil, la mayoría de los criminales deben trabajar durante largas horas, a menudo en edificios sin aire acondicionado. Identificar a los criminales depende de cada uno de nosotros. Por lo general, se les puede reconocer por los grandes gemelos que suelen llevar y porque no dejan de comer cuando al hombre que está sentado a su lado se le cae un ancla encima. Los mejores métodos para combatir el crimen organizado son los siguientes:
-Decir a los criminales que no estás en casa
-Llamar a la plocía siempre que un número insólito de hombre de la Compañía de Lavado Siciliano empiezan a cantar en el véstibulo de tu casa.
- Grabaciones.
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Las grabaciones no pueden ser empleadas de modo indiscriminado, pero su eficacia queda ilustrada en esta transcripción de una conversación entre dos jefes de banda en el área de Nueva York cuyas llamadas telefónicas fueron grabadas por el FBI:
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ANTHONY: ¿Hola? ¿Rico?
RICO: ¿Hola?
ANTHONY: ¿Rico?
RICO: Hola
ANTHONY: ¿Rico?
RICO: No te oigo
ANTHONY: ¿Eres tú, Rico? No te oigo
RICO: ¿Qué?
ANTHONY: ¿Me oyes?
RICO: ¿Hola?
ANTHONY: ¿Rico?
RICO: Hay un cruce
ANTHONY: ¿Me oyes?
RICO: ¿Hola?
ANTHONY: ¿Rico?
RICO: ¿Hola?
ANTHONY: Operadora, hay un cruce
OPERADORA: Cuelgue y vuelva a llamar, señor
RICO: ¿Hola?
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Gracias a esta prueba, Anthony (el Pescado) Rotunno y Rico Panzini fueron condenados y en este momento descuentan quince años en Sing Sing por posesión ilegal de alcohol de menta.
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Cansador. El próximo se llama "Para acabar con las memorias de guerra"